
Sleiman Frangieh tiene 50 años y, al parecer, está emergiendo como un candidato de consenso para ocupar la presidencia del Líbano, vacante desde el 24 de mayo del 2014. Más allá de la filiación política del candidato, que puede gustar o no, su posible nominación es una noticia que dice mucho sobre la situación en la región.

El Líbano tiene un sistema electoral un tanto complejo. La Cámara de Diputados, que cuenta con 128 miembros, elige al presidente. Para ser ungido, el candidato debe obtener dos tercios de los votos del total de los diputados en una primera ronda o la mayoría simple de los votos de los presentes en la segunda. En la elección del 23 de abril de 2014, con cuatro diputados ausentes, los resultados fueron:
– Samir Geagea (Fuerzas Libanesas, Alianza 14 de Marzo): 48 votos (37%)
– Henri Helou (Partido Socialista Progresista): 16 votos (12%)
– Amin Gemayel (Kataeb, Alianza 14 de Marzo): 1 voto (1%)
– En blanco: 52 votos (41%)
– Impugnados: 7 votos (5%)
– Ausentes: 4 votos (3%)
La candidatura de Geagea no obtuvo ni siquiera el total de los votos de su coalición, la Alianza 14 de Marzo, que tiene 58 diputados. El voto en blanco, por otro lado, fue promovido por la Alianza 8 de Marzo, que pretendía imponer como candidato a Michel Aoun, del Movimiento Libre Patriótico. Hubo otros 27 intentos de elegir presidente, pero todos fueron inútiles por falta de quórum en la Legislatura.
Con la presidencia vacante, el primer ministro Tammam Salam actúa como jefe de Estado, pero sin la plenitud de las atribuciones presidenciales, lo que complica mucho la gestión de los problemas de los libaneses, que son muchos e importantes: la falta de servicios públicos, la amenaza del «Estado Islámico» en la frontera noreste, las oleadas de refugiados sirios, la crisis económica y el desempleo…

Marada, el partido que lidera Frangieh, es marginal: concentra apenas 3 bancas, y actúa en coordinación con 8M, a la que pertenece Hezbolá (chiitas). El fortalecimiento de su candidatura, incluso logrando la adhesión del Movimiento del Futuro (sunnitas), socio mayoritario de la 14M y enemigo acérrimo del 8M, no había tomado relevancia hasta ahora. La reunión del líder de Hezbolá Hassan Nasrallah con el jefe de asesores en política exterior del ayatolá iraní, el día de ayer, y la reunión de Saad Hariri, representante del Movimiento del Futuro, con el presidente francés Hollande, hoy temprano, son señales de que hay consultas en progreso.
La presunta victoria de 8M para imponer un candidato cercano también dice mucho sobre la situación regional, fundamentalmente sobre la cuestión siria:
1. Hezbolá seguiría actuando en la guerra, favoreciendo a las tropas del presidente sirio Assad.
2. Rusia fortalece su posición en la región, porque, en definitiva, está del mismo bando que Hezbolá e Irán, es decir, actuando en respaldo del presidente sirio.
3. Europa tiene planes de involucrarse aun más en el conflicto. Francia, Alemania y en el día de ayer Gran Bretaña, ya lo manifestaron abiertamente. Para ello, parece dispuesta a cooperar con Rusia, aunque sin hacerlo explícito. No toda política se hace en la superficie.
4. Estados Unidos no está tomando decisiones acertadas, o mejor aun, no está tomando decisiones. Atrapado en la dialéctica de combatir al Estado Islámico sin favorecer a Assad, tiene escaso margen de maniobra. Las puertas de diálogo con Irán, desde los acuerdos comerciales de agosto pasado, están comenzando a abrirse, incluso con la oposición de su socio más importante: Israel.

El atentado que se atribuyó ISIS en el sur de Beirut en noviembre pasado, pocos días antes de #PrayForParis, dejó 43 muertos. Indudablemente, fue el incentivo para que las partes no solo se pongan de acuerdo, sino que además se decidan a tomar partido en la cuestión siria. La dificultad del análisis de coyuntura es su volatilidad. Pero, en este momento, todo parece indicar que Frangieh en el Líbano ya es número puesto.
Muy bueno…
Gracias Roger! Un gran abrazo.