El pasado viernes, poco antes del mediodía, tuvo lugar en Beirut un atentado con coche bomba en Achrafieh, uno de los barrios más populosos y pintorescos de la ciudad, que arrojó ocho muertos y más de ochenta heridos. El suceso no fue un hecho aislado, sino que más bien está muy vinculado, a nuestro entender, con la situación en Siria, un país envuelto en una guerra civil. Los hechos allí acabarían afectando al Líbano tarde o temprano, y así ha sucedido. El fenómeno de los refugiados, que ya suman más de cuarenta mil, era solo la punta del iceberg. La extensión de la lucha al País de los Cedros era la segunda etapa de ese contagio, que, lamentablemente, finalmente se declaró en el territorio libanés.
Entre los fallecidos se hallaba Wissam Al-Hassan, de 47 años, director de inteligencia de la policía nacional y antiguo jefe de seguridad de Rafic Hariri, el primer ministro libanés asesinado en 2005. Sin duda era el centro del ataque: últimamente Al-Hassan traía entre manos una investigación delicada. En agosto, Michel Samaha, un político libanés cercano al presidente sirio Bashar Al-Assad, fue capturado por la policía, acusado de traficar explosivos desde la frontera con Siria hacia el Líbano. Samaha, que continúa detenido, se confesó culpable, y aludió a un plan del gobierno de Damasco para realizar ataques terroristas en el norte del Líbano. Como parte de la estrategia, los rebeldes sirios serían acusados de los atentados como una manera de demostrar la amenaza que representan para la región; del mismo modo, provocaría el enfrentamiento entre los alawitas residentes en Trípoli, que son libaneses con afinidad a la familia Al-Assad, también ellos alawitas, y las otras facciones musulmanes y cristianas que habitan la ciudad. El recientemente fallecido Al-Hassan había sido uno de los principales artífices de la captura de Samaha y ahora lideraba las investigaciones del caso, que apuntaban a Ali Mamlouk, jefe del servicio secreto sirio, como uno de los responsables. En una entrevista realizada el pasado 10 de octubre a la cadena de noticias NBN, el presidente libanés Michel Sleiman reconoció que, a pesar de las acusaciones que pesaban en su contra, el gobierno de Damasco aun no se había comunicado con él para aportar explicaciones de ningún tipo.
Pero eso no es todo. El mismo día del atentado contra Al-Hassan, llegaba a Damasco Lakhdar Brahimi, enviado especial de la ONU para el conflicto en Siria. Buscaba acercar a las partes en pugna, gobierno y rebeldes, con el fin de alcanzar una tregua de cara ala festividad del Adha, que entre los musulmanes se considera la «fiesta mayor (Al-Eid Al-Kbir)», y se celebra por varios días en torno al 26 de octubre próximo. Resulta entonces claro que alguna de las partes involucradas en el conflicto sirio buscaba, a través de este atentado, mostrar a su rival y a la comunidad internacional su capacidad para extender el conflicto a otras partes de la región; en definitiva, posicionarse en la negociación.
El Líbano es un país donde existe, al decir sartoriano, un gran número de «partidos que realmente importan», y como resultado de ello, conviven dos grandes coaliciones: 8 de Marzo (oficialismo) y 14 de Marzo (oposición), y entre las mismas, el Partido Progresista Socialista (PSP), que seduce a una y otra, contando con el número exacto de diputados que le permite a 8M sostenerse en el poder. En este contexto, el presidente de la República funciona como una especie de árbitro más o menos «neutral». Las reacciones fueron de lo más variadas en intensidad:
– En el oficialismo, el premier Najib Miqati puso su renuncia a disposición del presidente y sugirió la formación de un gobierno de unidad nacional. Declaró que el asesinato de Al-Hassan está vinculado con sus investigaciones sobre el caso Samaha, poniendo a sus aliados prosirios en la coalición al borde de la crisis. Hezbolá, que también es parte del 8M y está involucrado de lleno en la alianza con Siria contra los rebeldes, se limitó a extender condolencias y se mantiene en un prudente silencio. Su intervención solo podría inflamar a la opinión pública,y haría peligrar la estabilidad del gobierno que integra, donde incluso algunos de sus aliados en el grupo le están pidiendo que abandone la lucha armada. Una posición polémica en este caso solo afectaría al premier Miqati y su gabinete, debilitándolo. Además, si la oposición llegase al poder, podría tensar las relaciones con Siria, donde Hezbolá tiene un punto de apoyo cardinal. Nabih Berri, presidente del Parlamento y líder de Amal, principal rival electoral de Hezbolá, fue el elegido por el canciller francés Fabius para informarse de la situación, inmediatamente después del atentado. También sostiene la necesidad de formación de un gobierno de unidad.
– El PSP, enrolado en el oficialismo, respaldó a Miqati y a los ministros y culpó al presidente Bashar Al-Assad del atentado. Sostiene que el eje de la discusión debe ser puesto en la relación con Siria, y no en la continuidad del gabinete, si bien apoyaría un gobierno de unidad nacional cuando la situación lo permita. Calificó de oportunistas a los opositores y los culpó de los desmanes que ocasionaron sus militantes. Son, sin embargo, los más díscolos dentro de 8M en temas sensibles como la participación del Líbano en la crisis siria y el armamento de Hezbolá.
– La oposición, por su parte, ha pedido unánimemente la renuncia del premier Miqati y su gabinete como la antesala imprescindible para negociar un nuevo gobierno. Asimismo, proponen adelantar las elecciones previstas para abril, sabiendo que, si las elecciones fuesen hoy, arrasarían en las urnas, al quedar el oficialismo muy golpeado por los sucesos recientes. Ante la efervescencia de sus militantes que ellos mismos provocaron, han tenido que llamar a la calma para evitar enfrentamientos y desmanes. Al mismo tiempo, muchos se preguntan si Saad Hariri, que ejerció el cargo de premier ministro entre 2009-11, líder del partido mayoritario de la coalición 14M, heredero político de su padre Rafic, está listo para asumir nuevamente la magistratura. Lo que sí queda descartado es que Hezbolá lo acepte presidiendo el gobierno de unidad nacional. Con el paso de los días, esta coalición se ha mostrado renuente a negociar con 8M cualquier tipo de transición, a pesar de los pedidos del presidente Sleiman.
– El presidente libanés respaldó a Miqati en el cargo, si bien comenzó el lunes las consultas con los demás partidos, demostrando que la formación de un nuevo gabinete es factible. No descarta la continuidad del actual premier, aunque sí de la mayoría de sus ministros, para dar espacio a los opositores. Este gobierno conduciría los destinos del país hasta las elecciones legislativas de abril de 2013 y tendría, como misión principal, garantizar su organización y credibilidad.
Francia, Arabia Saudita, Estados Unidos y Gran Bretaña fueron los primeros en pronunciarse, en ese orden, sobre la necesidad de asegurar un gobierno estable de cara a las elecciones de abril renegando de la posiblidad de un cambio de gobierno de manera intempestiva. Estos actores internacionales sostienen que el vacío de poder podría ocasionar más problemas que los que vendría a resolver. Si bien parece un compromiso de estas naciones con Miqati y sus ministros, no es más que una forma de presión a 14M, a quien se sienten más afines por estar esta coalición más cerca de sus intereses, de modo tal de empujarlos a negociar, con el presidente como mediador, la conformación de una gabinete de transición.
El gobierno de unidad que el presidente de la República intenta forjar necesita del bajo perfil del Hezbolá, que ha cultivado estos días, y de una renuncia no menor por parte de 14M, que perdió a uno de los suyos. Creemos que 14M se sumará cuando bajen la visibilidad del conflicto y se sostenga, por su parte, la presión de las naciones extranjeras afines. En el caso contrario, la actividad gubernamental permanecerá estancada durante los próximos cinco meses, lo que incidirá negativamente en la vida cotidian de los libaneses, preocupados por el desempleo, el incremento de los precios y los constantes problemas en la provisión de servicios públicos. La movilización del domingo pasado merece un post aparte, que oportunamente llegará, sobre la nueva dinámica social que se abre en las calles de Beirut y de todo el país, en un conjunto social que ha perdido el miedo a manifestarse pero que, al mismo tiempo, siente un profundo rechazo hacia la clase que lo dirige.
Si antes te admiraba, este articulo termino por convertirte en mi ídolo hermano!
Es por eso que me gustaría tu opinión sobre «WhiteMarche» realizada el Jueves 25.10.2012, desde Plaza de los Mártires hasta Plaza Sessine, por agrupaciones Laicas y AntiSectaristas. De verdad me interesa mucho tu visión.
Nos estamos viendo, y ni bien puedo comparto y difundo este texto maravilloso!
Un abrazo ya 5ayyi l3aziz!
Gracias Diego. En efecto, te debo un comentario y una crítica sobre la Marcha Blanca. Leí poco. Comparto los valores. Me parece que hay escaso nivel de institucionalización y en eso radica el éxito, que sin embargo es relativo (3000 personas apenas). Hay que ver como se convierte eso en una medida de presión política. Hay mucho que aprender en el Líbano en lo que respecta a construcción de lazos en la Sociedad Civil. Ello es bastante lógico en sociedades de posguerra y mucho más aun en guerras por conflictos étnicos (raciales, religiosos… culturales en general). Te debo la nota y una revisión al artículo en el que me etiquetaste en el Facebook. ¡Abrazo y gracias!
Querido Said, sinceramente no me sorprende en absoluto tu capacidad, sabés que te ADMIRO, además de quererte. Me gustaría que me contarás, o nos contaras en realidad, la postura del KATAEB en todo este asunto. Beso grande!!!!
Muchas gracias por tus palabras, Dimas. La elevada dispersión del voto cristiano en el Líbano, más marcada que el de otras confesiones, sumada a un proceso de cambio en la relación entre partidos y votantes en la población libanesa en general, le ha quitado a la Falange el rol que supo tener. Luego de quince años de ostracismo, principalmente debido al exilio de Gemayel, se han reorganizado y se han mostrado proclives a la participación en alianzas y frentes electorales con mesas amplias y poder compartido. Es decir: no se quedaron anclados en la añoranza histórica de lo que fueron. Veremos como les va en las elecciones de 2013. En lo que respecta al reciente atentado, compartió la postura de la oposición agrupada en el frente 14 de Marzo: negativa a negociar un gobierno de unidad hasta que el oficialismo presente la renuncia. Es, a mi entender, una postura bastante dura, como frente en general, que creo que van a terminar ablandando con el paso de las semanas, ante los pedidos del presidente y la comunidad internacional. En lo particular, vale notar como Kataeb relacionó la muerte de Wissam Al-Hassan con la de Bashir Gemayel, que tuvo lugar a pocos metros del suceso pero en 1982. Supongo que también ha sido una estrategia de capitalización política: vincular a los dos «mártires», un mismo espacio, diferentes momentos. ¡Un abrazo y gracias por comentar!