Hoy me pasaron este link a través de Facebook y me dejó pensando. Estas cosas le encantan a Hollywood, que es el aparato publicitario del «sistema», no porque éste tenga corazón sino porque piensa con el bolsillo y ve la ganancia detrás de las lágrimas que empujan el rating hacia arriba. En un mundo indiferente, que juzga con los parámetros que ese mismo sistema le ha inculcado (escuela de individualismo y competencia), logra emocionar haciendo triunfar al pobrecito y a la distinta. La indolencia frente a los pobres de al lado que no cuentan con estudio televisivo. La gesta épica del marginal que pasan por la tele. Entonces, ¿lo real es lo virtual? El sistema nos vende sus propias miserias.
Ellos confían en nuestra ingenuidad. Nos han quitado la racionalidad y nos han dejado desnudos con nuestras sensaciones, ni siquiera me animo a decir corazón… Pero estamos despertando, y de a poco iremos quitando sus velos.
He aquí una magistral puesta en escena, que nos exige ser vista en esa clave. Antes fue Susan Boyle. Ahora son Jonathan y Charlotte.