
El Grand Serail, sede del gobierno libanés, en Beirut (Líbano)
Entre el 3 y el 6 septiembre tendrá lugar en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) el Congreso Nacional-Internacional sobre Democracia (http://www.congresodemocracia.com.ar/). Estaré participando en un panel. Les comparto el abstract del trabajo.
DEMOCRACIA DE RELIGIONES: EXPERIENCIAS Y PERSPECTIVAS DE CAMBIO EN LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DEL ESTADO LIBANÉS
El Líbano es un país de apenas 10.452 km2 en el cual conviven diecisiete confesiones religiosas legalmente reconocidas: tres pertenecen al tronco del Islam (sunitas, chiitas y alawitas); doce son formas distintas de denominaciones cristianas (católicos de seis ritos diversos, cinco grupos de ortodoxos y protestantes en general); también están los drusos, un credo monoteísta derivado del Islam, con elementos gnósticos e hindúes; finalmente, también el culto judaico está amparado por la ley.
La independencia libanesa, que tuvo lugar en 1943, fue acompañada por un Pacto Nacional que aseguraba la representatividad de estas confesiones en la vida política de los libaneses: las bancas en la Legislatura se dividirían proporcionalmente según el credo y su presidencia sería confiada a un musulmán chiita. Los cargos ejecutivos se repartirían entre católicos maronitas y musulmanes sunitas. Las carteras del Consejo de Ministros debía reflejar la proporción parlamentaria no de los partidos, sino de los grupos religiosos, y el Primer Ministro no podía tomar decisiones sin el respaldo de la mayoría de los miembros del Gabinete. Eso llevó a que el Líbano se convirtiese en una democracia de consensos, y no de mayorías: ganar las elecciones no daba el derecho a gobernar. Para hacerlo, había que ser astuto en la formación de coaliciones en el altamente disperso universo de partidos políticos libaneses, habitualmente patriarcales, parroquiales, aprogramáticos, de corta vida y con un fuerte sentido de identidad religiosa. A ello había que sumarle el poder de veto que Siria ejercería en la política libanesa a partir de 1978.
La crisis de 2005, desatada por el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri, provocó la salida del ejército sirio del país y la formación de dos grandes, y por ello frágiles, coaliciones partidarias: “14 de Marzo” y “8 de Marzo”. Un nuevo sistema de partidos está haciendo eclosión, con un fuerte rechazo a las figuras tradicionales. Asimismo, se asistió a un renacimiento de la sociedad civil. La población ha comenzado a organizarse en protestas tendientes a reducir el papel que el confesionalismo juega en la política libanesa. Mientras, algunos sectores muy polémicos con importantes cuotas de poder, como el partido Hezbolá, también tienen sus intereses en las nuevas dinámicas de poder que se están gestando.