Estados Unidos 2012

New York, icono y espejo

Posando en Times Square, New York city

Nueva York, la jungla de cemento donde los sueños se vuelven realidad. Ya lo decía Frank Sinatra, si puedes lograrlo allí, puedes lograrlo en cualquier lado , «if you can make it there, you can make it anywhere», dice su célebre tema «Theme from New York», una de sus canciones más conocidas. Este lugar se erige, de este modo, como icono y espejo de la cultura global: belleza, dinero, poder y diversidad.

Sus luces deslumbran, como si el sol no se apagase nunca. Es que uno puede ir a New York y estar de compras o paseos todo el día, literalmente. Todo parece estár abierto las 24 horas. Siempre hay cosas para hacer. Así le llamaba Sinatra, «la ciudad que nunca duerme». La majestuosidad de sus edificios, gigantes de cristal, muestran los resultados de la relación entre el hombre y la máquina. Fascina simplemente ver pasar a la gente por la calle: de sus rasgos se adivinan escandinavos, blancos, negros, amarillos, indostánicos, árabes… y también las grandes marcas, que en tiempos de rebajas, permiten a uno jugar a ser un king of the Hill, mientras recorre la Quinta enfundado en esas casas de alta moda cuyos productos en liquidación compramos en Macy’s.

La ciudad no permite reflexionar, porque lo deja a uno sin palabras. Y de esta forma, corre con ventajas y nos sumerge en su mundo, un lugar con sus valores, sus esquemas, sus principios, sin darnos cuenta. Nos pone como espectadores de un mundo feliz, del cual, si tenemos billetera suficiente, podemos participar como si fuera un juego interactivo. Así, acabamos por sentirnos, por un rato al menos, parte de ese mundo de vida.

Perdidos con Daniela en una estación de subte en Chinatown, con boletos que no funcionaban y estaciones cerradas, nos cruzamos con Solange, una portorriqueña residente en NYC desde hace muchos años. Curiosos, le preguntamos que significaba para ella vivir en esa gran ciudad, que nos había deslumbrado tanto. Afirmó que la gente, cuando llega aquí, se enferma. El consumo los disfraza de superhombres capaces del modo de vida que promueven las grandes marcas, el tiempo de trabajo los exprime para sustentar ese consumo, las ofertas de actividades se multiplican para reproducir el sistema, y se ve uno inmerso en una rueda como esas de los hamsters, de nunca acabar. La definición de Solange, debo confesarlo, me dejó un mal sabor de boca. Era algo parecido a lo que Matt me había dicho en otro subte: nadie aquí se preocupa por conversar con el otro, están todos muy interesados en saber como alcanzar los objetivos que la ciudad, tan atractiva como avasallante, nos propone.

Me sentía decepcionado. En mi camino a Atlanta, en el vuelo que debía tomar, me crucé con José, un peruano padre de familia, trabajador, que hacía al menos 20 años que vivía en NYC. Fanático de la ciudad, decidí contarle mi parecer, la impresión inicial y los intercambios en el subte. Sin asentir ni rechazar mis palabras, solo me miró y me dijo que la Ciudad tiene sus brazos abiertos y pone a prueba el carácter de los hombres. Brinda oportunidades de progreso inimaginables a los fuertes, a los que están dispuestos a todo por un sueño, y los recompensa. A los indecisos, a los que deciden entrar en su gran juego de telón y de luces, también los recibe, y les da lo que buscan.

Nueva York no es Sodoma ni el Edén. Es un lugar en esta tierra, con un entramado casi indescifrable, y, como todo lo que es difícil de entender, genera pasiones… «it’s up to you; New York, New York!».

1 comentario

  1. Son lo más tus post Turca!!! Espero algún día estar con vos x las calles de NYC, te imaginás? Abrazo y a seguir disfrutando!!!

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