Estados Unidos 2012

Mardi Gras en Austin

La tranquilidad del lago Lady Bird, a pesar de esa noche álgida de Mardi Gras

La fiesta del Mardi Gras («martes grasoso» en francés, los estadounidenses lo llaman también Fat Tuesday) se celebra el martes anterior al miércoles de Ceniza, que entre los católicos abre la Cuaresma, un tiempo de oración y penitencia que implica la abstinencia de carne los viernes y también algunos días de ayuno. Es, por tanto, el último día en el que se permiten las fiestas.

Las celebraciones de Mardi Gras tienen lugar en Estados Unidos desde comienzos del siglo XVIII. Texas y Louisiana se disputan el hecho de ser la primera sede de esta celebración. Austin, una ciudad joven, universitaria y con un gran porcentaje de población latina no podía estar ausente en los festejos.

El Mardi Gras es la gran oportunidad para transgredir las reglas: comida grasosa y abundante, ríos de cerveza (aunque la que probamos y es en apariencia la más popular, Bud Light, es mucho más liviana que las de Argentina), un modo de vestir disidente con la moda (uso de disfraces, por ejemplo) y la suspensión momentánea de algunos tabúes sexuales.

La Sexta, que es la calle en la que se ubican un gran número de pubs, boliches y puestos de comida al paso, estaba cerrada al tránsito y con una fuerte presencia policial. La atravesaban miles de personas, en su gran mayoría jóvenes, con máscaras y collares de cuentas brillosas (beads) con los colores del festejo: dorado, violeta y verde.

Estos collares se constituyen en elementos de negociación en el proceso de liberación moral de la jornada, en una sociedad muy abierta y predicadora de la libertad y la variedad, pero al mismo tiempo adherida a las reglas y a un conjunto de cánones cívico-morales. Volviendo a los beads, estos sirven como bienes de cambio por los chicos para obtener besos y muestreo de pechos por parte de las chicas, que los acumulan. Esto es muy común y tanto una cosa como la otra se ven en la calle con mucha frecuencia. Alguna sugirió exportar la fiesta a Argentina, y llamarla «la PechoMama».

Tuvimos una diferencia, empero aislada, con la policía cuando intentamos entrar a un pub y una de las personas no tenía identificación. Es que aquí la fuerza de seguridad es muy sensible. Ayer, en Dallas, pudimos profundizar esta visión: la policía se ve a sí misma como protectora del orden de la vida comunal, donde hay buenos y malos. Asumen el rol de guía en materia de comportamiento público («un buen pastor debe cuidar a sus ovejas de los lobos», nos dijeron). Ello no quita que no sean amables cuando alguien les pide indicaciones o una foto.

Volviendo al tema del Mardi Gras, todo terminó genial esa noche, donde asistimos a una de las expresiones más clásicas de la cultura joven de este país tan lleno de contrastes. Tan libre pero al mismo tiempo encorsetado en un cúmulo de principios, que, según el cristal con el que se mire, puede resultar admirable o empujar al rechazo. La «válvula de escape» llegaba a su fin.

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