
Aparentemente, falta poco para las elecciones parlamentarias libanesas. Digo aparentemente, porque ya fueron pospuestas en 2013 y 2014, y si estas tendrán lugar o no, es incierto. Este post es una parada obligada para los que quieran entender como funciona el intrincado método mediante el cual los libaneses eligen a sus diputados.
El Líbano está organizado en 8 gobernaciones que se dividen en un total de 26 distritos (qada). Salvo alguna excepción, estos distritos territoriales se corresponden con los electorales. Conforme un arreglo pautado en 1960, cada uno de los distritos electorales envía una determinada cantidad de diputados a la Cámara. Ese año también se estableció el voto secreto. Esa cantidad se reparte entre cristianos y musulmanes, según la denominación religiosa de sus habitantes. Por ejemplo, Baabda (Gobernación Monte Líbano) tiene 6 bancas: 2 para los musulmanes chiitas, 1 para los drusos y 3 para los cristianos maronitas. Tiro (Gobernación Líbano Sur) tiene 4 bancas, y son todas para los chiitas. Jbeil (Gobernación Líbano Norte) tiene tres bancas: dos para los maronitas y una para los chiitas. Así sucede en cada uno de los distritos. Un musulmán sunita no puede postularse en un distrito donde solo se aceptan musulmanes chiitas como candidatos, y un católico melquita tampoco puede hacerlo donde las bancas se otorgan a los católicos maronitas únicamente.

El acuerdo de 1960 se retoca cada vez que hay elecciones, pero, más allá de la reforma de 1989, se mantiene la cifra de bancas que se asignan por religión. Supongamos que los diputados resuelven que en las elecciones de 2017 los distritos electorales de Jbeil y Batroun (Gobernación Líbano Norte) deben unirse: para saber cuántos diputados le corresponden, simplemente se suman las cantidades asignadas siguiendo las fronteras pautadas en 1960.
El municipio de la capital se divide habitualmente en tres distritos electorales. Con 19 preciadas bancas en juego, abunda el gerrymandering, es decir, los diputados buscan mover los límites de los distritos de modo tal que favorezca a su agrupación. En más de una ocasión, la diferencias en relación a la manipulación de los distritos electorales en Beirut han empujado a retrasar los comicios.

En la teoría, en el Líbano, donde el voto no es obligatorio, no hay boletas oficiales, ni el ciudadano está obligado a sufragar por la totalidad de la lista sábana determinada. De hecho, basta con que escriba los nombres en un papel, en el que incluso se permiten las tachaduras. En los hechos, son los partidos los que proveen las boletas a los libaneses, con una lista prefijada de candidatos de diferentes religiones, para evitar que el ciudadano tenga que cortar o escribir o tachar. En resumen, los partidos le hacen el acto eleccionario mucho más fácil. La lista que más votos obtiene consigue la totalidad de las bancas («winner takes it all«). No existe la representación proporcional. Si hay 6 bancas en juego, y una agrupación obtiene el 51% de los votos, se queda entonces con todas las diputaciones, siempre y cuando su lista haya respetado los lineamientos de asignación religiosa establecidos en 1960. Por ejemplo, las listas del distrito electoral de Zahrani (Gobernación Líbano Sur) deben tener 3 candidatos: un católico melquita y los otros 2, chiitas. Las coaliciones bien organizadas entre partidos que representan distintas identidades religiosas se vuelven imbatibles al momento de conseguir votos. Eso cubre al sistema de una fuerte impronta conservadora. Los grandes partidos siempre salen fortalecidos.

Las últimas elecciones legislativas fueron en 2009. La Cámara se renueva totalmente en cada elección: los 128 diputados tienen mandato por 4 años y pueden ser reelegidos indefinidamente. Empero, las elecciones de 2013 fueron retrasadas primero para 2014 y luego para 2017 por una ley especial. Este abuso por parte de los legisladores, que adujeron como causa el conflicto regional, fue repudiado sin éxito por la población.
El Parlamento libanés es sumamente importante, porque el primer ministro es designado por el presidente de la República teniendo en cuenta al partido más votado, y éste forma su gabinete considerando las bancas que cada agrupación tiene en el Parlamento. Asimismo, es el responsable de elegir al Jefe de Estado, teóricamente, cada seis años.
En la próxima entrega les contaré como está la situación política en el Líbano de cara a las elecciones que, supuestamente, deberían tener lugar en junio.