
En septiembre prometí una segunda entrada al tema de Siria, que hasta hoy no pude concretar por falta de tiempo. Aquí va, muy abreviada, pero al menos para cumplir con la promesa realizada: hablar sobre el rol del Hezbolá en el conflicto y las posturas de Estados Unidos y Rusia en el contexto.
La «línea roja» de Obama y el acuerdo con Rusia
En agosto de 2012, el presidente estadounidense Barack Hussein Obama (repito aquel segundo nombre, que como estigma tribal quisieron divulgar los republicanos, en la campaña presidencial de 2006), partidario de la caída de Assad, dijo que el uso de armas químicas sería una «línea roja» que empujaría a EUA a involucrarse militarmente en la guerra civil siria. Un año más tarde, afirmó que tenía pruebas y que estaba decidido a encarar un ataque «punitivo» contra violaciones a los derechos humanos ocasionados por el uso de armas químicas contra la población siria. La reacción fue muy desfavorable, tanto en la opinión pública de la comunidad internacional como en los números con los que contaba en el Congreso para aprobar la operación, en un comienzo muy favorables, que ahora comenzaban a tambalear.
Putin brindó a EUA una salida elegante en el marco de la cumbre del G20 que tuvo lugar en San Petersburgo. Ante la dureza discursiva de los EUA, Rusia demostró su capacidad de presión frente a Assad, al anunciar que los cancilleres ruso y sirio, Lavrov y Al-Mouallem respectivamente, habían acordado el desarme del gobierno de Damasco en lo que se refiere a las armas químicas. Una semana más tarde se realizó una reunión en Ginebra donde se redactó el Acuerdo Marco con su respectivo cronograma, Siria adhirió a la Convención de Armas Químicas (1993), Assad reconoció ante los medios la posesión de ese armamento y el Consejo de Seguridad de la ONU respaldó estas medidas a través de la resolución 2118. Ese y otros sucesos más (Snowden, «Obamacare») marcarían que el 2013 no sería un buen año para Obama.

Hezbolá y sus lazos con Irán: el verdadero interlocutor
No sería desacertado pensar que, cuando EUA amenazó a Siria, en realidad estaba amenazando a su socio, Irán. Hace algunos años leí que, de comprometerse en un conflicto armado con Irán, EUA saldría finalmente victorioso pero a un altísimo costo de vidas humanas en una guerra que además resultaría prolongada y por ello costosa. Con el desarrollo del programa de enriquecimiento de uranio en la primera mitad de la década pasada, en el contexto de las invasiones a Afganistán (2002) e Irak (2003) y la inclusión de Siria y Corea del Norte en el «Eje del Mal», es cuando Irán saca a relucir su capacidad nuclear y se muestra dispuesta a poner las cartas sobre la mesa en ese sentido.
Tampoco es ilógico pensar que, cuando Irán advierte a EUA sobre las consecuencias que sus acciones pueden tener en los pueblos de Medio Oriente, como no dándose por aludido de lleno en la situación siria, se está también refiriendo a su capacidad de movilizar a esas sectores de esas poblaciones, sea los chiítas de Irak o los de Líbano.
PRÓXIMAMENTE: El miércoles próximo comenzarán las reuniones en Ginebra para la paz en Siria, promovidas por la ONU, EUA y Rusia. Irán ha manifestado su voluntad de participar mientras no se le impongan condiciones. Arabia Saudita aguarda en silencio la invitación de Ban Ki Moon. Por otro lado, no está confirmada la asistencia de todos los grupos opositores, en especial de los no integristas.
Gracias Said; no es fácil para mí entender todo esto. Sé que es grave.
Carlos: todo en Medio Oriente tiene una connotación multicausal muy marcada, lo que convierte a el problema en sí en un todo complejo. No se puede entender la crisis en Siria fuera de las tensiones irano-iraquíes / irano-saudíes, ni fuera de la nueva aproximación turca a la región, ni fuera de la propia existencia de Israel en la zona (una realidad con la cual se deberá convivir) y su asimétrico sometimiento a los palestinos. A ello se suman cuestiones de fondo: la novedad que el capitalismo y su mundo de vida trae a la región, terriblemente atractivo, y la reacción conservadora desde lo religioso, que acaba arruinando las relaciones con los cristianos que habitan el lugar, y al mismo tiempo servían de sostén a los regímenes de partido único o hegemónico en medio de sociedades escasamente movilizadas, por lo menos hasta 2011. ¡Gracias por tus inquitudes!